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viernes, 10 de junio de 2011

Dinamita desde dentro.

El Mirador.

Teodoro León Gross.

Almería y Málaga son territorios divorciados de Andalucía por tres décadas de ´guadalquivirización´

El cisma de los socialistas de Almería que le ha estallado a Griñán no es una intriga palaciega, y tampoco un desastre simbólico, sino un agujero negro. Lo de menos ya es que allí acusen al presidente andaluz de "autoritario", reprochándole sus malas formas al proclamar ´el consenso soy yo´al modo Luis XIV, sino la acusación de "Griñán no defiende los intereses de esta provincia". Si los propios socialistas de Almería transmiten ese mensaje a la sociedad, están extendiéndole al partido un certificado de defunción de horizontes incalculables. Así quién les puede votar. Pero de hecho el descontento de Andalucía oriental con la Junta tiene un largo recorrido, y desde hace años está diagnosticada la murcianización de Almería o la valencianización de Málaga, territorios divorciados sentimentalmente de Andalucía por tres décadas de ´guadalquivirización´de la comunidad. En las últimas elecciones, el PP acaparó la mitad de papeletas en Almería, y casi también en Málaga.
El desmoronamiento andaluz ya no tiene una territorialidad acotada, pero en Andalucía oriental crece el agujero por el que se está desaguando el voto sociológico de la izquierda. De hecho, el primer guiño de Griñán al verse coronado virrey tras la carambola endogámica del chavismo terminal fue comprometerse a cambiar esa inercia histórica del centralismo sevillano. Griñán parecía verlo claro pero aquello quedó en un gesto cara a la galería. En Málaga anunciaba despacho cada quince días, y tardó casi diez meses en abrir y proclamar ¡ya estoy aquí! para volver a desaparecer; y en Almería lo mismo. Si la estrategia era suturar el sangrado de votos, aumentó la hemorragia. Más allá de la levantinización de la Andalucía mediterránea -voto conservador periférico con administraciones neopopulistas de gestión poco rigurosa- ahí late un fracaso en la vertebración del territorio. Desde hace años se advertía que Andalucía oriental estaba conviertiéndose en el flanco por donde se derrotaría al socialismo andaluz.
Griñán está demostrando una gran serenidad en medio de la tormenta, pero quizá la serenidad no es ahora la virtud que más necesita Andalucía, sino energía y coraje. Y esas no parecen las mejores virtudes de este patricio de la bética con la impasibidad de Catón. Esta semana se conjuró con Rubalcaba para recuperar el granero andaluz y al final de la semana huele a pólvora. Están dinamitándole el partido ya desde dentro. En Málaga, a diferencia de Almería, de momento no hay dinamiteros pero sólo parece el síntoma de una resignación mejor pastoreada. El partido empieza a parecer una nave ya ingobernable en mitad de la tormenta; y la serenidad de Griñán evoca a esos capitanes que se rinden al destino.

Diario Sur
06.06.2011

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